La plaza como escenario mediático - por Francesc Sánchez

Sección Periodismo
La plaza como escenario mediático
por Francesc Sánchez


Desde hace tres meses la Plaza de la Independencia de Kiev está siendo el epicentro de la política para muchos ucranianos. Las imágenes de las multitudinarias protestas en contra del gobierno de Víctor Yanukóvich que han terminado en un derramamiento de sangre sin precedentes en Europa desde las guerras de los Balcanes han sido captadas por multitud de medios de comunicación para que el público de todo el mundo pueda ver el desastre. Esta misma plaza cerró, al menos temporalmente, magistralmente la crisis con los discursos de la oposición cuando estos tomaron el poder tras la huida de Yanukóvich. Hasta que punto la Plaza de la Independencia es la generalidad de lo que está sucediendo en Ucrania o en la propia Kiev o es ante todo una representación o no de esa generalidad es lo que nos debemos de plantear. Hasta que punto los medios de comunicación mostrándonos esos hechos brutales en Kiev que son reales cobran carta de naturaleza de la generalidad es lo que debemos de reflexionar.

Cuando en Abril de 2003 el ejército norteamericano entra en Bagdad todos pudimos ver por televisión como los soldados derribaban una estatua de Sadam Husein mientras el pueblo iraquí lo celebraba pisoteándola. Pero lo que la mayoría no sabia ni se planteaba es que mientras esto sucedía había combates por toda la ciudad y que esa plaza en frente del Hotel Palestina se nos estaba mostrando como la generalidad cuando en realidad era un escenario mediático. Suele ser cierto lo que nos muestran los medios de comunicación pero descontextualizado no es toda la verdad.

Lo que es indudable es que la plaza es y ha sido el lugar de encuentro de los pueblos cuando han querido hacer política en las calles (*1). Así tenemos que los egipcios inspirados en los tunecinos deciden empezar su presión en el 2011 al gobierno dictatorial de Hosni Mubarak reuniéndose en la plaza Tahrir del Cairo. Los islandeses después de que su país entre en bancarrota protestan en el 2008 contra el gobierno en la plaza Austurvöllur que está enfrente del Parlamento. Los valerosos griegos hacen lo propio en la plaza Sintagma de Atenas. Los mexicanos en el 2006 descontentos con un proceso electoral que consideran fraudulento se reúnen en la plaza del Zocalo de Ciudad de México. Los turcos el pasado año por un proceso de inducción que va desde el intentar la demolición del parque público Gezi hasta la política del gobierno se reúnen también en ese espacio. Y algo parecido sucedió en España con el movimiento 15 de Mayo cuando los indignados se reunieron en la Plaza Cataluña o en la Puerta del Sol. Esta reunión en todos los casos es una muestra de fuerza y de protesta pero también en la plaza los ciudadanos se han organizado horizontalmente, han debatido, han generado sus proclamas y exigencias, han planeado en definitiva su plan de acción.

En todas estas revueltas ha jugado un papel importante Internet, desde los medios de comunicación alternativos a las redes sociales, que han logrado que la información se comparta traspasando las fronteras y en ocasiones han permitido tanto hacer convocatorias como una coordinación que antes era impensable (*2), pero también han cumplido su función, mejor o peor, los medios convencionales que han mostrado por televisión la reunión de la gente en las plazas y su expulsión por los antidisturbios. Este tipo de protestas que han hecho de la plaza su epicentro en ocasiones han logrado sus fines pero en la mayoría de los casos, aunque bien intencionadas, después de movilizar a la gente durante semanas o meses en unos casos se han transformado a veces en acciones más concretas, en otros casos han esperado el próximo momento de acción política, y en otros han desparecido. Y aquí es cuando debemos hablar del papel de las organizaciones políticas que al parecer son ellas las que nos representan en exclusiva en nuestro sistema democrático. Podemos verlo de dos maneras, la que nos dice que los partidos políticos están disociados de la calle y nunca aceptaran lo que se exprese en la plaza, o por el contrario pensar que la presión de la plaza pueda ejercer cambios en estos partidos que en el mejor de los casos para llevarlos a cabo necesitaran nuestro voto, y en el peor se olvidan de él cuando estén en el poder.

Pero llegados aquí volvamos sobre la idea de la generalidad y el escenario mediático en el que se han convertido nuestras plazas. Planteémonos hasta que punto una plaza atiborrada de gente es la generalidad del pueblo y no un escenario mediático en el que la mayoría de la ciudadanía al verla por la televisión puede tener simpatía por ella pero que a la hora de la verdad no es no solo capaz de acercarse a esa misma plaza si no ni siquiera dar un voto de castigo contra el gobierno. Por esa razón creo que siendo necesaria la plaza no es suficiente para realizar cambios significativos en el vigente sistema. Los egipcios en Tahrir lograron expulsar a Hosni Mubarak del poder en lo que muchos llamaron revolución, cuando realmente fue una revuelta, pero han tenido una clara involución. En la Plaza de la Independencia de Kiev cien muertos después habían logrado que el gobierno y la oposición llegaran a un acuerdo para repartirse el poder que finalmente fue incumplido por esta misma oposición cuando el Maidán lo rechazó de plano, pero también han mandado el peligroso mensaje al mundo de que todo vale. Hasta que punto la Plaza de la Independencia tomada por grupos de extrema derecha y muchos ucranianos cabreados arengados dos días antes de la tragedia por el discurso del filosofo francés Bernard-Henri Lévy (*3) son la representación de la voluntad del pueblo o un ejercicio de manipulación programado en el que priman los intereses de las grandes potencias es lo que me planteo.

Los medios de comunicación en manos de grandes grupos empresariales que a su vez están en manos del poder financiero nos muestran la plaza como un escenario mediático en el que todo parece posible cuando realmente los que detentan el poder siguen donde siempre. Probablemente porque este tipo de revueltas, bien intencionadas y necesarias en muchos casos, no son verdaderas revoluciones que vayan a cambiar radicalmente el sistema establecido. En cualquier caso molestan, por esa razón el gobierno en España ha prohibido la convocatoria de concentraciones a través de Internet, las acampadas en plazas o vías públicas (*4), y Rita Barberá, la alcaldesa de Valencia ha prohibido todo tipo de concentraciones de protesta en la plaza del Ajuntament (antes conocida como plaza del Caudillo).

Anotaciones:

(*1) Desde los primeros ensayos de la democracia de la humanidad la plaza pública ha sido el lugar de encuentro de la ciudadanía para ejercer sus derechos políticos, la ágora en las polis griegas cumplía muchas veces esta función. Esta reunión del pueblo muchas veces ha derivado hacia la insubordinación y la violencia cuando sus representantes no responden a sus expectativas. Cuando los franceses, liderados por la burguesía, inician en 1789 la revolución que les transformara de súbditos a ciudadanos se dirigen hacia la plaza de la Bastilla.

(*2) Es importante permanecer alerta ante lo que circula por Internet, sobre todo por las redes sociales. En las últimas protestas contra el chavismo en Venezuela se han difundido fotografías que se querían pasar hechos que estaban ocurriendo en este país en estos momentos cuando en realidad ese material pertenece a crisis anteriores o a conflictos sociales de otras latitudes. Esto es una muestra de lo fácil que es manipular a la gente a través de las redes sociales.

(*3) Podeís consultar el discurso de Bernard-Henri Lévy, ¡A todos los pueblos de Ucrania!, publicado por el periódico El País en este enlace.

(*4) Me refiero a la nueva ley de Seguridad Ciudadana del Partido Popular, podeís obtener más información en este artículo: La Ley de Seguridad Ciudadana del Partido Popular - por Francesc Sánchez

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 25 Febrero 2014.

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