La batalla de Kiev - por Francesc Sánchez

Sección de Opinión
La batalla de Kiev - por Francesc Sánchez

Tras una semana de enfrentamientos en las calles de Kiev, en los que se han producido al menos dos muertes, los líderes de la oposición encabezados por el boxeador Vitali Klichkó de UDAR (Golpe), Oleg Tiagnibok del partido ultranacionalista Svoboda (Libertad) y Arseni Yatseniuk de la Batkivshchyna (Patria, el partido de Yulia Timoshenko) se han reunido con el presidente Víctor Yanukóvich, y pese haberse dado unos días de margen, hasta la celebración la semana que viene de una sesión extraordinaria en la Rada Suprema (Parlamento ucraniano) donde puede darse desde la destitución del gobierno del primer ministro Nikolái Azárov y la revocación de la ley que limita el derecho de manifestación hasta el establecimiento de un estado de excepción, al parecer los grupos radicales no les han hecho caso y siguen con los disturbios.

Las movilizaciones masivas en contra del gobierno que se vienen produciendo desde finales de noviembre que empezaron mayormente de una forma pacifica, durante las que se ocupó el Ayuntamiento, han terminado en una batalla campal con la policía en la que al menos se han producido dos muertes (Serguéi Nigoyán y Mijaíl Zhiznevski), trescientos heridos y decenas de detenidos. La oposición habla de la muerte de otra persona que habría sido secuestrada en un hospital por unos desconocidos y torturada en un bosque hasta la muerte. La presión popular en contra del gobierno para que aceptase el acuerdo de asociación con la Unión Europea se ha terminado convirtiendo en una exigencia de la renuncia al poder de Víctor Yanukóvich. El gobierno lejos de amilanarse ha limitado el derecho de manifestación y la oposición más radical (hay miembros de la extrema derecha integrados en el grupo Sector Derecho) se ha enfrentado a los antidisturbios recurriendo al lanzamiento de adoquines y al cóctel molotov (llegaron a construir hasta una catapulta).

Se dice que Víctor Yanukóvich es un político corrupto que representa a la oligarquía que intentó hacer pucherazo en las elecciones de 2004 y que finalmente la presión popular le hizo abandonar el poder en lo que se conoció como la Revolución Naranja. El meollo del asunto de esta crisis en Ucrania es en que bloque se adscribe esta nación vital para el abastecimiento energético europeo, si en el occidental que tiene como valedores a la Alemania de la Unión Europea y a los Estados Unidos o a la Rusia de Vladimir Putin. Tras la renuncia al poder de Victor Yanukóvich en el 2004 y la victoria en las nuevas elecciones de Víctor Yuschenko, que finalmente formó gobierno con la ahora encarcelada Yulia Timoshenko, no se produjeron episodios contestatarios en a las calles como los que ahora estamos viendo. Lo que hubo fue un corte del suministro del gas ruso al denunciar Moscú el robo de combustible por parte de los ucranianos. La adscripción de Ucrania en el bloque occidental es un dolor de cabeza para la Rusia de Putin que está gestando una unión aduanera con Bielorrusia y las repúblicas ex soviéticas de Asia central y que recela de una Unión Europea y una OTAN que han ido extendiéndose por todos los países que otrora formaban parte del Pacto de Varsovia (o peor aún las repúblicas bálticas formaban parte de la Unión Soviética). Pero también es un dolor de cabeza para los occidentales ver como Ucrania se pasa al bloque oriental y se pierde un mercado lleno de oportunidades.

No hay que olvidar que Ucrania fue uno de los miembros fundadores de la Unión Soviética al lado de Rusia (1922) y Bielorrusia, los que también de mutuo acuerdo decidieron disolverla (1991). No está de más decir que Ucrania formó parte durante mucho tiempo (entre 1721 y 1917) del imperio de los zares y ahí se inicia tanto la ascendencia rusa como el hecho de que la mayoría de la población hable ruso. Los que se están manifestando en contra de Victor Yanukóvich lo hacen movidos por un sentimiento nacional pero también de rechazo hacia la tutela de la Madre Rusia, pero si esto se convierte en un rechazo hacia lo ruso muchos ucranianos no lo compartirán y el conflicto puede llegar a mayores. El último factor es el que define una economía volcada hacia el Este que podría resentirse con un acercamiento a la Unión Europea con duros planes de ajuste y con el desembarco de las multinacionales occidentales. Es tal la desfachatez del bloque occidental y el bloque oriental en Ucrania por adueñarse de este país, no olvidemos vital para el abastecimiento energético de media Europa (por él pasan los principales gasoductos), que el que fue el último presidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov nos ha tenido que terminar de aclarar las cosas pidiendo que Estados Unidos y Rusia tomen cartas en el asunto.

Para terminar una pequeña reflexión. La revuelta en Ucrania por muchos se ha querido ver como una lucha contra un gobierno reaccionario que reprime con dureza a su pueblo, una revolución democrática, sin tener en cuenta del todo que Victor Yanukóvich fue elegido democráticamente en las urnas y que la violencia de estos días sería reprimida con dureza en cualquier país de nuestro entorno. Recuérdese las revueltas de las cités francesas en los ardedores de Paris o la de los barrios periféricos de Londres. La presión sobre el gobierno en Kiev si se diera en nuestro país en función de un movimiento de protesta generalizada en contra el sistema o en contra el gobierno encabezado por las organizaciones políticas de la oposición, sin que por ello pierdan validez alguna, bien seguro que se verían con ojos distintos.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 24 Enero 2014.

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