La revuelta árabe en retrospectiva - por Francesc Sánchez

Sección de Reportajes
La revuelta árabe en retrospectiva
( Balance interpretativo a dos años de la revuelta)
por Francesc Sánchez

La revuelta se inició hace poco más de dos años tras el suicidio del tunecino Mohamed Bouazizi. El pueblo tunecino salió a las calles y protesta tras protesta consiguió echar a Ben Ali. Sucedió algo parecido Mubarak. Los egipcios congregados en la plaza Tahrir no desistieron hasta que el longevo presidente dejó el poder. En los dos casos el ejército se inhibió y no intervino contra las masas. Les dejaron caer. En la vecina Libia el grueso de la milicia secundó a Gadafi y se libró una guerra civil contra los rebeldes en la que el apoyo aéreo de la OTAN fue determinante para finiquitar el régimen. En Yemen las protestas también hicieron que Saleh dejara el poder. En Marruecos el rey Mohamed VI hizo una nueva Constitución para aplacar las incipientes protestas. En Argelia el presidente Buteflika levantó el estado de emergencia. En Bahrein la revuelta de los chiítas fue aplastada por tropas de Arabia Saudita. Y en Siria, en fin, aunque Al-Asad realizó algunas reformas se está viviendo una autentica guerra civil.

Desde entonces mucho se ha hablado de la revuelta árabe. Se ha dicho por activa y por pasiva que los árabes han echado a sus dictadores porque querían libertad y democracia. Y esto es verdad pero se ha omitido que también exigían justicia social: trabajo −y si lo tenían mejores condiciones laborales−, y precios más bajos en los alimentos para poder sobrevivir. Se ha puesto énfasis en el importante papel que tuvieron las redes sociales en Internet para que los jóvenes se pudieran organizar. Y esto nuevamente es verdad pero se ha omitido que la mayoría de árabes no tiene acceso a Internet y se han organizado a través de métodos más rudimentarios. El efecto multiplicador de Al-Jazeera que provocó esta televisión qatari tampoco puede pasarse por alto: mientras los tunecinos protestaban en las calles el resto de árabes captaban sus movimientos a través de sus antenas parabólicas y se movilizaban en sus respectivos países. La revuelta, a las que muchos llaman revolución, ha tenido un componente de lucha social que en los medios de comunicación no ha aparecido. Daremos algunos datos. En Túnez el desempleo está entre el 14% y el 18%, siendo del 23% entre los jóvenes y del 37% entre los graduados universitarios. En el 2009 hubo un levantamiento en la cuenca minera de Gafsa que fue duramente reprimido por el régimen. Cuando se inició la revuelta el sindicato único, la Unión General de los Trabajadores Tunecinos (UGTT), apoyó a los trabajadores. En Egipto en el 2006 se produjo una huelga en la ciudad textil de Mahalla por el ínfimo sueldo que cobraban los trabajadores −dos dólares al día− que se terminó extendiendo por todo el país entre multitud de sectores (fabricas, sanidad, recogida de basuras, transporte público y recaudadores de impuestos). Y en el 2008, mientras el precio del pan aumentaba un 50% se produjeron nuevas huelgas tanto en Mahalla como en otras ciudades. Este trasfondo de malestar social, sumado a la represión gubernamental contra cualquier tipo de oposición, se convirtió en un malestar contra el régimen tanto en Túnez como en Egipto. Es entonces cuando los jóvenes universitarios de las clases medias, como el movimiento Kifaya (¡Basta!) en Egipto, muchos de ellos desempleados, confluyen con el movimiento obrero y llevan adelante la revuelta.

En Libia también hubo una revuelta pero las cosas fueron de otra manera. La oposición a Gadafi se inició con protestas en Trípoli pero no fue tan mayoritaria como en los casos anteriores. El grueso del ejército secundó al tirano y abrió fuego contra los civiles. Fue entonces cuando se empezaron a formar milicias en contra del régimen, en las principales ciudades y entre las innumerables tribus, y de facto en poco tiempo se partió el país entre la región de la Tripolitana y la Cirenaica, teniendo en Bengasi el principal baluarte de la oposición. La contienda finalmente se saldó con la victoria de los rebeldes por el apoyo que la OTAN les dio con sus bombardeos sobre posiciones leales al régimen. La comunidad internacional decidió terminar con el régimen, del que primero fue un elemento molesto (recordemos que fue bombardeado por los norteamericanos porque financiaba al terrorismo internacional) y luego un fiel aliado porque nos vendía su petróleo y nos ayudaba en la lucha internacional contra el terrorismo, porque se aplicó tanto la doctrina de la guerra humanitaria como la que define el control de importantes reservas petroleras. El trágico final de Gadafi en manos de su propio pueblo fue retransmitido por televisión.

Llegados aquí podemos hablar un poco de lo que está ocurriendo en Siria. Es decir de la guerra civil. La revuelta contra Al-Asad fue reprimida con dureza desde el principio y esto multiplicó la oposición al régimen. El goteo de victimas civiles fue una de las razones que llevo a la oposición a formar grupos armados, entre los que se encuentran muchos desertores del ejército regular, que finalmente se agruparon bajo el Ejército Libre de Siria que combate al ejército sirio del régimen calle por calle en las principales ciudades. Mientras el Ejército Libre de Siria recibe armamento por parte de Qatar y Arabia Saudita el régimen lo recibe por parte de Irán y Rusia. Se ha hablado de guerra confesional porque Al-Asad forma parte de la comunidad chiíta alauita que le apoya mientras la oposición estaría formada mayoritariamente por musulmanes sunitas. De hecho, rizando el rizo, se sabe que parte de los rebeldes son combatientes que profesan el islamismo salafista. Esto, que parece no preocupar a una Francia que combate en estos momentos al islamismo en Mali pero apoya cuanto menos tácitamente a los rebeldes en Siria, ha llevado a preocupar a unos cuantos por el tipo de estado que se instauraría en este país si vencen los opositores y se impone en el país el islamismo más radical. Finalmente, algo que omiten la inmensa mayoría de medios de comunicación, es que la guerra civil también ha llegado a los campos de refugiados palestinos. En el campo de Yarkmouk el Frente Popular para la Liberación de Palestina - Comando General (FPLP-CG), aliado de Al-Asad, se está enfrentando a otras facciones palestinas.

La propagación del conflicto a las fronteras de Turquía, país que es miembro de la OTAN, podría llevar a la alianza a una intervención militar sobre Siria, así al menos lo parece indicar el despliegue de misiles en la frontera entre los dos países. El antecedente, tal como hemos visto antes, lo tenemos en Libia donde Gran Bretaña y Francia con el soporte de Estados Unidos declararon primero la exclusión aérea para proteger a los civiles y luego bombardearon al ejército de Gadafi, permitiendo así la victoria de los rebeldes. Pero hay que ir con cuidado porque Siria no es Libia, es un país incrustado en el corazón de Oriente Medio que puede extender el conflicto, tanto a Turquía como a Israel, como a un vecino Líbano, donde Al-Asad cuenta con el apoyo de Hezbolla. La falta de consenso en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas entre sus miembros, no olvidemos que Rusia siempre ha apoyado a Al-Asad (recordemos la base naval de Tartus), y el apoyo de Irán al régimen sirio podrían desembocar en un conflicto regional de grandes proporciones.

Los grandes beneficiados de las revueltas, aunque su participación no fue determinante, han sido las formaciones políticas islamistas, tanto las moderadas como las más radicales. En Túnez el partido Al-Nahda y en Egipto la histórica formación de los Hermanos Musulmanes han obtenido sendas victorias electorales. En Marruecos el Partido por la Justicia y el Desarrollo también ha ganado las elecciones. En Libia el Consejo Nacional para la Transición ha llegado a crear una ley que prohíbe los partidos sustentados en la religión, que si bien permitirá los moderados no hará lo propio con los radicales. Y es que las formaciones políticas de los islamistas salafistas han logrado un importante apoyo electoral en los países en los que habido una revuelta y muchos temen que de lograr imponerse apliquen la sharia al conjunto de la población. Nuevamente aparece la cuestión de la relación entre el islam y la democracia. Hasta ahora occidente apoyaba a las dictaduras en la cornisa africana −no se puede decir lo mismo con la Siria y el Iraq del Baaz porque una forma y el otro formaba parte del eje del mal− como un parapeto contra el ascenso de los islamistas, ahora sin embargo los islamistas se han hecho demócratas y en occidente muchos también los rechazan frontalmente. Mi planteamiento es diferente y lo resumo en una pregunta: ¿Los islamistas, siendo solo uno de los actores en la revuelta, serán capaces de no imponerse a los demás y consensuar tanto una Constitución como una legislación para todos? No puedo responder a la pregunta pero si dejar constancia que en Egipto se ha aprobado una Constitución que al mismo tiempo que se reconoce las libertades y derechos individuales hace del islam la religión oficial del estado y de la sharia la fuente principal de legislación. Las últimas protestas en el país en contra de las prerrogativas que se intentaba atribuir el presidente Mursi y del propio texto constitucional expresan el descontento de los laicos y mantienen aún viva la revuelta. El papel del ejército en todo este proceso transitivo y el gran poder que aún mantiene en el país tampoco se debe perder de vista.

En conclusión podemos decir que la revuelta en el mundo árabe ha provocado un autentico terremoto en la región solo equiparable al momento en que las naciones árabes se emanciparon de sus respectivas metrópolis y abrazaron el socialismo. Estados autoritarios que prometían un futuro mejor y que al principio tenían el apoyo de las masas han caído de la noche a la mañana tras años de tensión. La comunidad internacional al principio permaneció ausente, sopesando que hacer con unos dictadores que hasta entonces había apoyado, las diferentes potencias dudaron que hacer y después, ante el sentir mayoritario de calle, secundaron la revuelta pidiendo la salida de los dictadores −incluso militarmente en el caso de Libia donde la intervención militar ha sido clave para terminar con el régimen−, para finalmente romper el consenso −es el caso de Siria− y apoyar según sus intereses a uno u otro bando. Muchos piensan que los árabes se han quitado de encima a sus tiranos para convertir sus países en democracias de libre mercado homologables a occidente, pero deberían no perder de vista que si bien es cierto que los árabes quieren democracia una de las razones que les ha llevado a la revuelta es precisamente ese mismo libre mercado, que en manos de unos cuantos, hizo la vida insostenible. Es aquí cuando la contestación en las calles en Túnez o El Cairo se acerca a Atenas o Madrid: la crisis económica que provocaron los especuladores y que estamos pagando todos −en Europa con altas tasas de paro y recortes en el estado del bienestar− está haciendo cuestionar en muchos el modelo económico neo liberal.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 24 Octubre 2012.

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