Mijaíl Gorbachov en clave histórica – por Francesc Sánchez
El fallecimiento de Mijaíl Gorbachov a los noventa y un años nos hace retroceder en el tiempo hacia un momento histórico que era muy diferente al de ahora. El que fuera el último secretario del PCUS y Presidente de la Unión Soviética accedió al poder en 1985 después del fallecimiento de dos lideres enfermos y de avanzada edad -Yuri Andrópov y Kostantín Cherneko- que representaban una generación que ya formaba parte del pasado. Gorbachov, en cambio, procedía de aquellos jóvenes de origen humilde que tuvieron la oportunidad de formarse en un inmenso país con necesidad de cuadros técnicos después de los estragos de la Gran Guerra Patria. La Unión Soviética de Stalin fue un Estado totalitario en el que se liquidaba a la disidencia, pero también significó la transformación masiva de un país agrario en una potencia industrial, que después de vencer en la Segunda Guerra Mundial al nacionalsocialismo, se dividió Europa en Yalta con los aliados en áreas de control directo y zonas de influencia. Y esto sucedió también de alguna manera en el resto del mundo en el contexto de tensión y enfrentamiento a través de terceros en lo que se bautizó como la Guerra Fría (la Guerra de Corea, la Guerra del Vietnam, la Guerra de Angola, y la Guerra de Afganistán fueron algunos de sus escenarios).
Los Estados Unidos después de la guerra supieron vender muy bien en Europa su victoria en la Segunda Guerra Mundial y magnánimamente al lado de los aliados -incluida la Unión Soviética- promovieron la creación de las Naciones Unidas y la Carta de los Derechos Humanos. Sin embargo, la Unión Soviética proponía la liberación a un mundo que se estaba empezando a emancipar de los Imperios coloniales europeos que en la Conferencia de Bandung de 1955 se presentó como el Tercer Mundo, por no querer quedar subordinado a las dos superpotencias. Si la primera parte del siglo XX puede entenderse a través de las dos guerras mundiales y sus turbulencias que tuvieron su origen en Europa, la segunda, se comprende por el estallido de buena parte del resto del mundo contra una dominación que ya no podía mantenerse después -precisamente- de la derrota de los totalitarismos el Eje.
Este enfrentamiento, en que se proponían dos sistemas alternativos a los demás, tuvo su cara más amable en la carrera espacial que se inició por parte de los soviéticos con el lanzamiento del primer satélite artificial, el Sputnik y el primer cosmonauta, Yuri Gagarin, y su momento más álgido con la llegada a la Luna de los astronautas norteamericanos, Neil Armstrong, Michael Collins, y Buzz Aldrin. La cultura también jugó un papel fundamental a través de la literatura, la música y el cine, los Estados Unidos se mostraban mucho más dinámicos e innovadores propagando un poder blando para mostrarse atractivos a los demás. Pero no nos engañemos, la línea dura a ambos lados del Telón Acero (expresión que acuñó Winston Churchill para referirse a la línea de separación entre la Europa dominada por los occidentales y la Europa en manos de los soviéticos) fue un pulso militar dominado por la intervención en terceros países a través de revoluciones y golpes Estado, y sobre todo con la acumulación de armas de destrucción masiva, primero bombas atómicas transportadas en bombarderos, y luego misiles de medio alcance e intercontinentales, que hacían virtualmente imposible el enfrentamiento directo pero que podían destruir el mundo innumerables veces. La carrera de armamentos supuso un ingente gasto militar que Estados Unidos podía mantener por su potencia económica, pero en cambio era mucho más costosa para una Unión Soviética que no había desarrollado suficientemente su economía.
Este fue el panorama que se encontró Mijaíl Gorbachov en cuando se convirtió en secretario general del PCUS. La Guerra de Afganistán, entre 1979 y 1989, en la que la Unión Soviética fue en auxilio del gobierno comunista de Kabul, arrojando miles de jóvenes soldados muertos cada año, fue un claro exponente de que las guerras cuando la población interpreta que eres un invasor son muy difíciles de ganar. La catástrofe nuclear en Chernóbilen 1986, aunque humanamente se hizo todo lo posible y de esta forma se evitó un mal mayor, dejaba al descubierto que tecnológicamente el Estado soviético no estaba preparado. Había que hacer algo, al menos así lo interpretó Gorbachov. Y fue el momento en que decidió poner en marcha dos propuestas para reformar -que no destruir- el sistema socialista en la Unión Soviética: la Perestroika (restructuración económica) y la Glasnost (transparencia informativa). Pero había algo más que Gorbachov decidió hacer, acercarse a los Estados Unidos de Ronald Reagan para firmar una serie de tratados de reducción de armamentos -significativamente el Tratado INF sobre fuerzas nucleares de Rango Intermedio-, y terminar de una vez por todas con la Guerra Fría. Gorbachov comprendió que la carrera de armamentos era un coste que la Unión Soviética no podía permitirse, y lo más importante, comprendió que en una guerra nuclear no hay vencedores.
Mientras las reformas en la Unión Soviética ofrecían más espacios de libertad económica y una mayor libertad de expresión, la Europa virtualmente ocupada y subordinada por Moscú, que ya se había se había revuelto en el pasado al poder de la Unión Soviética (rebelión de Hungría, Primavera de Praga, y revueltas constantes en Polonia), inició una serie de protestas exigiendo libertad, que ante la no intervención militar soviética -que ahora estaba mandando el mensaje que cada país socialista tomara sus propio camino-, terminó desembocando en el 9 de noviembre de 1989 en la destrucción a mazazos del Muro de Berlín. Ahora viene el malentendido sobre Gorbachov y su sucesor Boris Yeltsin. Entre el 19 y 21 de agosto de 1991 una facción del ejército dio un golpe de Estado y secuestró a Gorbachov en su dacha en Crimea, momento en el que Boris Yeltsin, presidente a la sazón de la República de Rusia, aprovecha para subirse en un tanque en Moscú para oponerse a la intentona. Meses después, el 8 de diciembre, Yeltsin, Leonid Kravchuk, y Stanikav Shushkévich presidentes respectivamente de las repúblicas de Ucrania y Bielorrusia, contrariamente a lo que los soviéticos habían votado en referéndum en 17 de marzo, firman el acuerdo de Acuerdo de Belavezhala desaparición de la Unión Soviética como Estado y realidad geopolítica. Gorbachov, el 25 de diciembre, sin poder alguno, y ante la negativa de las repúblicas de reconocer del poder central, presenta su dimisión y la Unión Soviética se disuelve oficialmente.
La libertad que comprendía Yeltsin quedó demostrada más tarde, primero, cuando en el mes de octubre de 1993 ordenó a los tanques atacar el Parlamento elegido democráticamente, provocando más de 500 muertes y 1.000 heridos, y después, en diciembre de 1994, al ordenar la invasión de Chechenia. En cuanto a la capacidad de gestor, quedó claramente demostrada como la del gran liquidador, cuando privatizo la mayoría de las empresas estatales. Durante este proceso de transformación del Estado soviético en una economía de mercado, que a la practica supuso la apropiación de estas empresas por parte de una oligarquía que procedía de la nomenclatura (miembros importantes del sistema soviético), trajo pobreza, bajeza, y desesperación, tanto a los rusos, como al resto de los habitantes de los nuevos Estados que surgieron durante el proceso, cuando comprobaron que en esta nueva libertad de mercado sus sueldos erran irrisorios y sus pensiones desaparecían.
La disolución del Pacto de Varsovia no sólo no supuso la disolución de la OTAN si no la ampliación de miembros, que o bien habían permanecido subordinados a la Unión Soviética, o incluso habían sido repúblicas. La propia Comunidad Económica Europa, que devendrá en la actual Unión Europea, acoge en su seno la mayoría de estos países. La gloria Imperial de la Unión Soviética, libertadora y opresora de pueblos, había desaparecido por completo, y esto también incidió en la mentalidad de la población. En el momento en que Yeltsin deja el poder y asciende en su lugar Vladimir Putin se produce un restablecimiento del poder, no hacia ningún tipo de comunismo, si no en el sentido de mantener la economía en manos del sector privado, ahora metido en cintura, pero en cambio dejar la política en manos del Estado. Putin durante sus primeros años estuvo muy cerca de occidente, pero finalmente se fue separando por múltiples desagravios y desplantes hasta convertirse hoy con la Guerra en Ucrania en la bestia negra a la -que si debemos hacer caso de nuestros lideres de opinión- debemos destruir.
Gorbachov en Rusia es considerado por muchos como el responsable de la desaparición de la Unión Soviética, que para Putin es la mayor tragedia del siglo XX, pero por muchos otros fue la persona que intentó democratizar este país lejos del desastre que trajo Yeltsin y la deriva que Rusia ha tomado en los últimos años. Fue un ingenuo, fue engañado, quizá, pero tampoco tuvo suficientes apoyos ni en su país, ni fuera del mismo. Fue una persona bien intencionada, sin duda alguna. Lo que está claro es que de haberse mantenido en el poder todo hubiera ido de una forma bien distinta de como fue, pero esto ya no forma parte de la historia, si no de las suposiciones, más menos encaminadas. Hoy el mundo con la desaparición física de Mijaíl Gorbachov ha pegado, aunque sea parcialmente, una mirada a un pasado que explica en buena medida lo que somos. Debería servirnos para comprobar que el presente está en nuestras manos.
Bibliografía indispensable:
- Fontana, Josep (2017) El siglo de la revolución. Una historia del mundo desde 1914. Crítica. Barcelona.
- Gorbachev, Mikhail (1987) Perestroika. Mi mensaje a Rusia y al Mundo entero. Ediciones B. Reporter. Barcelona.
- Gorbachov, Mijaíl (1991) El golpe de agosto. La verdad y sus consecuencias. Ediciones B. Serie Reporter. Barcelona.
- Hobsbawn, Eric (2010) Historia del siglo XX. 1914-1991. Crítica. Barcelona.
- Lewin, Moshe (2021) El siglo soviético: ¿Qué sucedió realmente en la Unión Soviética?. Crítica. Barcelona.
- Poch de Feliu, Rafael (2003) La gran transición. Rusia 1985 – 2002. Crítica. Memoria Crítica. Barcelona.
- Service, Robert (2010) Historia de Rusia en el siglo XX. Crítica. Memoria Crítica. Barcelona.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 3 Septiembre 2022