Trumpazo en la noche / II – por Francesc Sánchez
Los Estados Unidos, el Reino Unido, y Francia han atacado Siria. Fue
en la madrugada del pasado sábado 14 de abril. Lo hicieron con un
centenar de misiles de crucero Tomahawk y Storm Shadow desde
destructores, submarinos, y cazabombarderos, ubicados en el Mediterráneo
y en el Golfo Pérsico. El objetivo fue un supuesto centro de
investigación de armas químicas ubicado en Barzah, una localidad de las
afueras de Damasco, y un supuesto almacén de este tipo de armamento
ubicado en Homs. El gobierno sirio no ha reportado víctimas mortales. La
justificación de este ataque, que no ha contado ni con la autorización
del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ni con la aprobación
parlamentaria, ha sido una repuesta a un supuesto bombardeo con
armamento químico sobre la población civil en la localidad de Duma (Guta
oriental), el pasado 7 de abril, que habría provocado la muerte de al
menos 40 personas y centenares de heridos. Una utilización de armamento
químico que el gobierno sirio niega y que la OPAQ (la Organización para
la Prohibición de las Armas Químicas) no ha podido aún investigar. Las
reacciones a este ataque han sido dispares: Bashar Al Asad ha aparecido
en un video yendo a trabajar como si no hubiera pasado nada, mientras
Vladimir Putin ha apuntado el hecho, pero no ha contestado militarmente,
porque sus tropas, a las que los aliados habían avisado previamente de
los objetivos militares, han quedado intactas. En cuanto a Donald Trump
ha sentenciado que «la misión está cumplida».
Este ataque aliado se produce un año después de otro muy parecido que en esa ocasión llevo a cabo Estados Unidos en solitario. La justificación para aquel ataque del fue también un supuesto bombardeo con substancias por determinar que habría matado a una ochentena de civiles en la ciudad de Jan Sheijun, en la provincia rebelde de Iblib. Donald Trump, recientemente investido como presidente, momentáneamente obtuvo popularidad y la complicidad de todos sus oponentes. En ambos episodios salieron a luz pública videos con los enfermeros de «los cascos blancos» asistiendo a niños muertos, agonizando, o afectados de alguna forma, que el gobierno sirio ha considerado que son montajes para justificar un ataque contra el régimen. Dos consideraciones son oportunas: 1. el ejército del régimen prácticamente ha recuperado todo el territorio sirio y no se entendería porque razón se la ha podido jugar con un ataque químico que ha obtenido una respuesta militar por parte de los aliados, 2. el régimen precisamente por no haber recibido una contundente represalia militar por parte de los aliados podría estar cometiendo tropelías impunemente. Todo esto nos retrotrae al supuesto ataque sobre Guta de agosto de 2013 cuando en aquella ocasión murieron entre 1.000 y 2.000 personas, y el presidente Barack Obama amenazó al régimen sirio con una intervención militar de gran escala. La mediación rusa de Vladimir Putin que convenció al régimen para que entregara su armamento químico, la falta de un quórum en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y el desastre palpable en Iraq y Libia, desplazó la intervención militar.
Poco después se produjo el trasvase y transformación de la mayoría de los rebeldes, apoyados por las monarquías del Golfo Pérsico y los aliados, hacía los grupos yihadistas, entre los que sobresalieron rápidamente Jabhat Al Nusra, y el Estado Islámico. Este último logró apropiarse de un extenso territorio en el que instauró un califato de inspiración salafista, financiado por la recaudación de impuestos, la venta del petróleo, y el pillaje, que amenazaba con extenderse a toda la región de Oriente Medio. El combate de los ejércitos sirio, iraquí, kurdo, ruso, iraní, turco, y la asistencia aérea rusa y americana, lograron su erradicación. No obstante, las franquicias del Estado Islámico con la desaparición del estado libio se han extendido por todo el Sahel, y en múltiples ocasiones células inspiradas en su ideario han llevado a cabo también atentados tanto en Oriente Medio como en Europa, produciéndose uno de los últimos en Cataluña. La guerra en Siria ha provocado entre 300.000 y 500.000 muertes, un éxodo de más de 6 millones de sirios que llaman a las puertas de Europa, encontrándoselas cerradas, y más de 10 millones de desplazados internos. Este ataque aliado sobre Siria puede entenderse como una respuesta a la transgresión de unas líneas rojas por parte del régimen, también como unos grandes titulares que ofrecen momentáneamente popularidad a los líderes aliados, probablemente como una llamada de atención de que los aliados quieren tener su peso y decisión en el futuro de la región, sin embargo, nada soluciona, y de repetirse puede producir una escala bélica incontrolable.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 16 Abril 2018.
Este ataque aliado se produce un año después de otro muy parecido que en esa ocasión llevo a cabo Estados Unidos en solitario. La justificación para aquel ataque del fue también un supuesto bombardeo con substancias por determinar que habría matado a una ochentena de civiles en la ciudad de Jan Sheijun, en la provincia rebelde de Iblib. Donald Trump, recientemente investido como presidente, momentáneamente obtuvo popularidad y la complicidad de todos sus oponentes. En ambos episodios salieron a luz pública videos con los enfermeros de «los cascos blancos» asistiendo a niños muertos, agonizando, o afectados de alguna forma, que el gobierno sirio ha considerado que son montajes para justificar un ataque contra el régimen. Dos consideraciones son oportunas: 1. el ejército del régimen prácticamente ha recuperado todo el territorio sirio y no se entendería porque razón se la ha podido jugar con un ataque químico que ha obtenido una respuesta militar por parte de los aliados, 2. el régimen precisamente por no haber recibido una contundente represalia militar por parte de los aliados podría estar cometiendo tropelías impunemente. Todo esto nos retrotrae al supuesto ataque sobre Guta de agosto de 2013 cuando en aquella ocasión murieron entre 1.000 y 2.000 personas, y el presidente Barack Obama amenazó al régimen sirio con una intervención militar de gran escala. La mediación rusa de Vladimir Putin que convenció al régimen para que entregara su armamento químico, la falta de un quórum en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y el desastre palpable en Iraq y Libia, desplazó la intervención militar.
Poco después se produjo el trasvase y transformación de la mayoría de los rebeldes, apoyados por las monarquías del Golfo Pérsico y los aliados, hacía los grupos yihadistas, entre los que sobresalieron rápidamente Jabhat Al Nusra, y el Estado Islámico. Este último logró apropiarse de un extenso territorio en el que instauró un califato de inspiración salafista, financiado por la recaudación de impuestos, la venta del petróleo, y el pillaje, que amenazaba con extenderse a toda la región de Oriente Medio. El combate de los ejércitos sirio, iraquí, kurdo, ruso, iraní, turco, y la asistencia aérea rusa y americana, lograron su erradicación. No obstante, las franquicias del Estado Islámico con la desaparición del estado libio se han extendido por todo el Sahel, y en múltiples ocasiones células inspiradas en su ideario han llevado a cabo también atentados tanto en Oriente Medio como en Europa, produciéndose uno de los últimos en Cataluña. La guerra en Siria ha provocado entre 300.000 y 500.000 muertes, un éxodo de más de 6 millones de sirios que llaman a las puertas de Europa, encontrándoselas cerradas, y más de 10 millones de desplazados internos. Este ataque aliado sobre Siria puede entenderse como una respuesta a la transgresión de unas líneas rojas por parte del régimen, también como unos grandes titulares que ofrecen momentáneamente popularidad a los líderes aliados, probablemente como una llamada de atención de que los aliados quieren tener su peso y decisión en el futuro de la región, sin embargo, nada soluciona, y de repetirse puede producir una escala bélica incontrolable.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 16 Abril 2018.