¿Cómo entiendo Oriente Medio? – por Francesc Sánchez

La imagen procede de "The thrones and palaces of Babylon and Nineveh" by John Philip Newman. – Wikimedia Commons.
Esa es una pregunta de esfinge que es imposible de contestar. Tan solo se que desde que empecé a leer y escribir sobre esa región nunca se ha perdido esa intensidad. El 20 de Marzo se cumplieron 15 años de los primeros bombardeos sobre Bagdad (lo llamaron Shock and Awe), en aquello que definieron como una guerra de liberalización, bajo falsas acusaciones hacía el régimen baazista (la primera gran fake new del siglo XXI que decía que Iraq disponía de armas de destrucción masiva), provocando un efecto en cadena que dura hasta nuestros días. Si el siglo XXI se iniciaba con el desplome de las Torres Gemelas de Nueva York, la guerra de Iraq fue el momento decisivo en Oriente Medio: sin ella no se podría explicar el despedazamiento del país, la eclosión del movimiento tectónico regional que fue la revuelta árabe, su rápida transformación en un microcosmos de guerras mundiales, que han destruido completamente países, un éxodo de millones de personas, y la ascensión definitiva del yihadismo como un poder territorial. Por efecto de la globalización a Europa nos ha llegado dos de estas realidades, distintas, pero igualmente de conflictivas: el éxodo de refugiados y el terrorismo yihadista. La primera divide a los europeos entre el humanitarismo y el rechazo, y la segunda intermitentemente se cobra su cuota de sangre, recordándonos que se nos ha declarado la guerra.

Sadam Husein decía que la guerra de Iraq iba a ser la madre de todas las guerras e iba en lo cierto. Cuando se derribó el régimen y por lo tanto el estado, el orden y los equilibrios desaparecieron. En su lugar apareció lo peor de cada casa que pronto saqueó el país. ¿Recuerdan el saqueo del Museo de Bagdad? Pues así fue con el país al completo. Ya en ese momento hubo un primer éxodo de iraquíes del que se informó bien poco. Por lo que cuando el ocupante retiró el grueso de sus tropas cada comunidad se apropio de su territorio tratando de imponerse a los demás: el caldo de cultivo perfecto para aquel que con un libro en una mano y un fusil en la otra pusiera su orden. La revuelta árabe que demandaba pan y libertad muy pronto fue abortada y transformada en una guerra, apoyada militarmente por los traficantes de armas, santificada por el salafismo, y financiada por el petróleo. Realmente fue y ha sido una lucha por el poder en tres niveles diferentes: el sectario en cada territorio que quiere aplastar las dictaduras para imponer las suyas, el del pulso entre Arabia Saudita, Turquía e Irán para obtener la hegemonía en la región, y el del regreso del viejo juego de geoestratégica entre los Estados Unidos y Rusia. ¿Duda alguien acaso que en Oriente Medio en nuestros días se vive mucho peor que antes del estallido?

Por lo tanto, lo veo mal. El Estado Islámico y los herederos de Al Qaeda han perdido su territorio en Iraq y Siria, pero lo están ganando por todo el Sahel después del nuevo estropicio que hicieron los nuestros en Libia. Toda aquella teoría de que la revuelta hacía la democratización era irreversible y que los yihadistas se habían quedado sin argumentos y apoyos ha sido sobrepasada por los hechos contumaces. Al éxodo sirio se han sumado muchos otros por el vacío de poder en los países que han quedado destrozados. Muchos de estos refugiados enriquecen a los traficantes y mueren ahogados en el mar. Mientras tanto en Europa el rechazo vence al humanitarismo formándose gobiernos aislacionistas o ascendiendo fuerzas políticas xenófobas que rechazan tanto la globalización económica como el multiculturalismo. Los atentados terroristas matan, aterrorizando a la población, y amenazan con romper la convivencia, no tanto por los linchamientos en las plazas públicas, si no por la autocensura que los periodistas nos estamos imponiendo, y por la ascensión al poder de partidos autoritarios, y la consecuente pérdida de libertades. Es normal que nos preguntemos cómo unos cuantos jóvenes musulmanes pueden llegar a pasar a la acción, pero no creo que ganemos mucho en victimizarlos, solo preguntándonos a cada momento en que nos hemos equivocado, ganaríamos más prestando la atención necesaria a esta poderosa ideología que en un mundo globalizado arraiga por su propio mensaje.

De ahí que Oriente Medio y Europa no están tan lejos. Nunca lo han estado. La civilización nació ahí. Para muchos musulmanes a partir del 20 de Marzo de 2003 los occidentales, aunque gritáramos hasta quedarnos sin voz NO A LA GUERRA, reeditamos las Cruzadas medievales. Y por mucho que queramos no ver la realidad la definición de la Pequeña Yihad para muchos musulmanes les faculta para defender su territorio o su propia comunidad contra los que consideran sus enemigos, aunque estos sean también musulmanes. Hay una teoría defendida entre otros por Arturo Pérez Reverte, de clara inspiración hobbesiana, que nos viene a decir que el estado natural del ser humano es la barbarie. Eso es lo frecuente y lo demás es una ilusión que tenemos en Europa, mantenida por las instituciones, y que en cualquier momento puede truncarse. No obstante definir Oriente Medio como una guerra sin fin seria tan injusto como definir Europa de la misma forma por su pasado histórico. En Oriente Medio los árabes y otros pueblos, musulmanes, cristianos, judíos, o ateos, tienen su propia vida llena de ilusiones y anhelos. El problema es que les ha tocado vivir en un mal lugar y en un mal momento: mal lugar por algo tan básico como el clima y la geografía, en un territorio muchas veces difícil, mal momento, porque, aunque tuvieron en el pasado varios momentos gloriosos, con el desplome de sus estructuras políticas, y la codicia por sus recursos naturales, hace que no les queden muchas alternativas.

He encontrado una joya cinematográfica de Ingmar Bergman llamada la La vergüenza, que nos cuenta la vida de una pareja que vive en una isla indefinida en el contexto de una guerra que cada vez se presiente más cerca, y que finalmente termina por llegar. Cuando la guerra se acerca nuestras vidas empiezan a cambiar, podemos perder el trabajo y nuestras ocupaciones, empezamos a tener restricciones, cambia nuestro carácter y nuestras relaciones, cuando la guerra irrumpe, nuestra vida se rompe y cambia por completo hacía peor. Les recomiendo que la vean, y entenderán muchas cosas de lo que sucede en Oriente Medio.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.

Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 30 Marzo 2018.