Intento de golpe de Estado en Turquía
Noche del 15 al 16 del presente mes. Intento de golpe de Estado en Turquía. Sobre las diez horas efectivos militares cortaban el tráfico en los puentes de la ciudad de Estambul que se elevan sobre el Estrecho del Bósforo uniendo Europa con Asia. Luces en el cielo de Estambul y Ankara indicaban el movimiento de cazabombarderos. Nula información y confusión generalizada. Este fue el inicio de una intentona golpista, incierta hasta altas horas de la madrugada, que terminó fracasando cuando el presidente Recep Tayyip Erdogan hizo un llamamiento al pueblo para plantar cara a los amotinados, y este se desplazó tanto a los puentes como al aeropuerto para recibir a su salvador.
No hay nada claro sobre quién organizó la intentona golpista pero ésta se ha cobrado más de 200 víctimas mortales y más de 6.000 detenciones (entre ellas más de 2.000 magistrados). El presidente Erdogan señala como inductor y organizador a Fethullah Gulen, un antiguo colaborador instalado en los Estados Unidos que rompió relaciones con el presidente cuando su entorno intentó procesarle por corrupción, que controlaría un auténtico gobierno en la sombra paralelo capaz de desestabilizar el país y de llevar a cabo esta intentona golpista.
El proyecto de éxito del islamismo moderado del presidente Erdogan empezó a estar en entredicho en el verano de 2013 cuando una disputa trivial sobre la utilización de un parque público en Estambul desencadenó una serie de protestas que fueron contundentemente reprimidas por la policía. El conflicto del parque Gezi fue un malestar multicausal que sacó a las calles a amplias capas de jóvenes que protestaban por su mala situación socioeconómica y que cuestionaban la deriva islamista del presidente Erdogan. Muchos en España establecieron un paralelismo con el Movimiento 15 de Marzo, y menos con la sucesión de revueltas árabes en el Norte de África y Oriente Medio contra sus respectivos gobiernos autoritarios, que comúnmente se bautizaron como la Primavera Árabe. Probablemente tanto unos como otros acertaban pero se equivocaban al mismo tiempo: de un lado los anhelos de los jóvenes turcos no son tan diferentes a los de los españoles y de los árabes, pero en Turquía existe una realidad social distinta y formalmente hasta ahora se mantiene un sistema democrático.
La prueba de fuego en cualquier caso vendría dada con la transformación de las revueltas árabes en guerras civiles, el agravamiento del conflicto con los kurdos, el desplazamiento de millones de refugiados, y el papel definitorio que la política de Erdogan ha ejercido en la región. El gobierno de Erdogan desde el inicio de la guerra civil en Siria ha sido acusado de connivencia con los grupos rebeldes que se oponen al presidente Bashar Al Asad, en unos momentos en que Turquía empezaba a acoger a refugiados por centenares de miles (se estima que al menos dos millones de sirios permanecen en campos de refugiados en este país). Cuando emergió la amenaza regional del Estado Islámico, mientras desde la base aérea de Incirlik los estadounidenses empezaron a efectuar salidas para bombardear a los islamistas, el gobierno de Erdogan fue acusado formalmente y con pruebas por la Rusia de Putin de comprar el petróleo del Califato. La escalada de tensión entre los dos países tuvo su punto culminante cuando los turcos derribaron un cazabombardero ruso acusado de entrar en el espacio aéreo turco. Cuando Turquía decidió sumarse a la coalición estadounidense para combatir al Estado Islámico aprovechó para bombardear a los kurdos sirios del YPG (Unidades de Protección Popular) que combaten a los islamistas del Califato con armamento norteamericano.
Todo esto terminó explotando literalmente en las narices de Erdogan con la perpetración de diferentes atentados terroristas en Turquía tanto del Estado Islámico (el último fue el pasado mes de Junio en el Aeropuerto de Estambul) y del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán). Un caldo de cultivo y unos antecedentes que presumiblemente han disgustado a unas Fuerzas Armadas turcas de inspiración kemalista, mayoritariamente laicas en sus mandos, que siempre se han autoproclamado como garantes del Estado turco, y por lo tanto que nunca han llegado a hacer una transición militar que les someta completamente al poder civil.
Sin embargo no parece que esta facción mayoritaria de las Fuerzas Armadas sea la que esté hoy detrás de la intentona golpista (en el pasado si lo estuvieron en 1960, en 1971, 1980, y 1997). La acusación de Erdogan es sobre el entorno de Fethullah Gulen, la facción islamista moderada que entró paradójicamente en las Fuerzas Armadas de la mano de Erdogan, y que ahora el presidente está purgando con detenciones en masa. Circunstancia que contrasta con la defensa de Fethullah Gulen de las acusaciones de Erdogan acusando al presidente de un autogolpe de estado para hacerse con el poder completamente. No falta tampoco quién no vea en la intentona la mano negra del bloque occidental en unos momentos, esto es importante, en que el gobierno de Erdogan se había reconciliado con la Rusia de Putin. Es inquietante la demora de condena del golpe por parte del bloque occidental.
En cualquier caso este intento de golpe de Estado es un síntoma de que en Turquía las cosas no marchan muy bien. La Turquía de Erdogan es un país miembro de la OTAN, quiere integrarse en la Unión Europea como un estado más, tiene frontera con las guerras de Oriente Medio (en Siria e Iraq) en las que está metido de lleno, sin quedar nada clara su lealtad, acoge a dos millones de refugiados, mercadea con una Unión Europea para frenar a todos aquellos refugiados que quieren alcanzar Europa occidental (prueba de ello es último acuerdo por el que Turquía a cambio de 6.000 millones de euros se quedará a todos los refugiados que sean expulsados de la Unión Europea), desarrolla una política alejada del laicismo del padre fundador de la patria turca Mustafa Kemal Atatürk, y mantiene un Estado de derecho y libertades cuestionadas (se han producido detenciones de periodistas y cerrado medios de comunicación críticos con el gobierno de Erdogan).
Esta intentona golpista parece haberse abortado pero puede volverse a repetir. A Ergodan esta vez le han salvado sus seguidores y la ausencia de apoyo social hacía los golpistas (de hecho todos los partidos políticos han cerrado filas con el presidente), pero tengamos presente que en Ucrania y en Egipto, donde si hubo apoyo social hacía los golpistas, las cosas fueron de otra manera.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 17 Julio 2016.