El Reino Unido decide abandonar la Unión Europea
Hito histórico para el 23 de Junio de 2016. Los británicos han decidido en referéndum consultivo su salida de la Unión Europea. Después de 43 años de travesía en común con el resto de europeos (se incorporó en 1973 a la entonces Comunidad Económica Europea) los británicos abandonan una Unión Europea en la que nunca delegaron su moneda (la libra esterlina) ni aprobaron algunos de sus principales tratados (el del espacio Schengen que suprime las fronteras entre los estados miembros), sembrando un precedente inédito para los europeos (si exceptuamos la salida de Groenlandia que se efectuó en 1985), y que es un ejemplo a seguir para las fuerzas políticas nacionalistas de derechas como el Frente Nacional de Marien Le Pen en Francia o el Partido por la Libertad de Geert Wilders en Holanda, que ya han declarado su intención de celebrar sendos referéndums si obtienen el poder en sus respectivos países.
El Brexit (término construido con la contracción de British y Exit) se ha impuesto con un 51,9 % (17.410.742 de votos) a un 48,1 % (16.577.342) en unos comicios secundados por el 72 % (33.577.342) del electorado. No obstante el voto en sus cuatro naciones no ha sido el mismo: mientras en Inglaterra y Gales se ha impuesto la salida con un 53,9 % y un 52,5 % respectivamente, en Escocia e Irlanda del Norte se ha impuesto el permanecer en la Unión con un 62 % y un 52,8 % respectivamente. Hecho que ha llevado a la Primera Ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, a plantear que Escocia reclamará un nuevo referéndum de autodeterminación para que su nación siga formando parte de la Unión Europea, y al presidente del Sinn Fein, Declan Kearney, a pedir también en un referéndum de autodeterminación, esta vez para la reunificación de Irlanda.
El Primer Ministro, David Cameron, el impulsor de este referéndum pero partidario de la permanencia, salvo sorpresas (porque el resultado de la consulta lo tiene que ratificar un Parlamento mayoritariamente a favor de la permanencia), ha anunciado su salida del gobierno en un período de tres meses. De ahora en adelante se abre un período de dos años en los que se efectuará jurídicamente la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Boris Johnson, líder del Brexit del partido conservador, y ex alcalde de Londres, (gran urbe que ha votado por la permanencia), se prefigura como sucesor y rival tanto del laborista Jermey Corbyn, partidario de la permanencia pero crítico con el gobierno de la Unión Europea, como del líder del UKIP (United Kingdom Independence Party) de Nigel Farage, verdadero promotor de este referéndum del que se apropió David Cameron para vencer en las últimas elecciones. Este referéndum ha estado manchado de sangre por el asesinato de la diputada laborista Joe Cox, partidaria de la permanencia, hecho que en principio hizo cambiar la tendencia de las encuestas favorables a la salida, pero que finalmente las urnas han impuesto una realidad diferente. Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo, y el jefe de la Comisión Europea han pedido al Reino Unido que agilice los trámites para su salida de la Unión Europea para evitar la incertidumbre.
Esto hace referencia a un probable efecto dominio que podría afectar como decíamos más arriba a Francia, Holanda por el avance de la derecha nacionalista, pero también a Dinamarca y Austria por los mismos motivos, a Italia, por los separatistas de la Liga del Norte, y a Polonia y Hungría, países en donde están en el poder también formaciones políticas de corte derechista y nacionalista, que entre sus hitos recientes está el de la oposición frontal a la acogida de refugiados procedentes de las guerras de Oriente Medio y el Norte de África. Precisamente uno de puntos importantes de los partidarios del Brexit es su oposición no ya a los refugiados, en la que en su existencia los gobiernos europeos tienen su parte de responsabilidad, sino también al libre asentamiento de ciudadanos europeos en el Reino Unido, que no acrediten suficiencia económica, y que les convierta por lo tanto en una carga para su sistema de cobertura social. La otra distensión importante es la percepción por parte de los británicos de una burocracia europea que decide cuestiones que les afectan directamente en la que ellos no pueden decidir nada. Y es que finalmente en este referéndum se dirimía una cuestión de cesión de soberanía algo en a lo que los británicos siempre se han opuesto, no aceptando el euro como moneda común o no aceptando el espacio Schengen, pero por el contrario sí todos los beneficios económicos del mercado común.
La salida del Reino Unido no supondrá la rotura de todos los lazos que le unen a la Unión Europea, ni mucho menos con el continente, el Reino Unido siempre ha sido un componente de la política, la cultura y la sociedad, europeas, y esto lo explica la propia historia compartida desde hace siglos. El número de inversiones compartidas entre los países europeos es tan importante como las transacciones comerciales entre las empresas. El Reino Unido va a continuar ligada a la estructura militar de la OTAN liderada por Washington. Esta relación existe desde la Segunda Guerra Mundial y es explicada por el papel que tuvieron los estadounidenses y los británicos en esta contienda y la división del mundo entre bloques en lo que se conoció como la Guerra Fría, en la que los capitalistas de Europa Occidental y los Estados Unidos se oponían a los comunistas de la Unión Soviética. Precisamente esta relación de los británicos con Washington se ha interpretado muchas veces, sobre todo desde la desaparición de la Unión Soviética, como una injerencia norteamericana sobre el continente a través del Reino Unido. De ahí el apoyo declarado de Barack Obama a la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Por esta razón podría abrirse un nuevo escenario en el que lo que quede de Unión Europea sea con respecto del mundo, si no más independiente, más autónoma de lo que ha sido hasta ahora. Queda saber qué pasará con la cooperación entre las universidades británicas y europeas.
El próximo 26 de Junio en España se celebran unas elecciones generales, las segundas en seis meses por incapacidad de formar alianzas de gobierno. En España ningún partido significativo no solo no quiere la salida del país de la Unión Europea si no ni siquiera un referéndum sobre esta cuestión. De hecho España aprobó en referéndum en 2004 el Tratado por el que se establecía una Constitución Europea, que ante la negativa de Francia y Holanda y por lo tanto fracaso, se terminó transformado bajo mínimos, y sin consulta de ningún tipo, en el 2007 en el Tratado de Lisboa. Cuestión diferente es que diversas formaciones políticas de izquierdas, cuestionen tanto las políticas económicas de austeridad y las políticas de exteriores de la Unión Europea, como una propia estructura política que escapa al control democrático. Esto sucede en España pero también en el resto de Europa (sin ir más lejos es la posición del laborista Jermey Corbyn en el Reino Unido). Todas estas cuestiones qué duda cabe no favorecen una construcción europea, ahora de nuevo entredicho, sin embargo, esto por lo dicho hasta ahora no es lo que se ha votado en el Brexit.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 24 / 25 Junio 2016.