Barack Obama visita Cuba – por Francesc Sánchez
President Obama and President of Cuba Raúl Castro at their joint press conference in Havana, Cuba, Cuba, March 21, 2016. White House photo by Chuck Kennedy - Wikimedia Commons |
En la rueda de prensa que convocaron los dos líderes, Barack Obama manifestó que “los Estados Unidos no pueden forzar a otras naciones a seguir sus pasos”. Raúl Castro aceptó ―en sus propias palabras― una pregunta y media, por lo que un periodista le preguntó al presidente cubano sobre que pensaba acerca de los derechos humanos, y qué si iba a liberar a los presos políticos, y éste le espetó “deme la lista de los presos políticos y antes que te termine el día estarán libres”. Raúl Castro dijo que “ninguna nación en el mundo cumple todos los derechos humanos”. Argumentándole que, “en Cuba todos tienen acceso a la sanidad pública, y a una educación, también pública y gratuita”. De hecho, en Cuba “la mujer tiene el mismo sueldo por hacer el mismo trabajo que el hombre”. El dirigente cubano lleva razón cuando dice que en ningún país del mundo cumple todos los derechos humanos, y los que sí cumple Cuba, no los cumplen muchos países americanos, incluido los Estados Unidos. Pero en los que sí se fijan la mayoría de los periodistas extranjeros, y también una parte de los cubanos, son en aquellos que tienen que ver con las libertades políticas e ideológicas, libertad económica, y libertad de expresión, que Cuba incumple.
En cualquier caso el principal obstáculo entre las dos naciones es el bloqueo económico y comercial que mantiene Estados Unidos sobre la isla desde 1960, con sus respectivas modificaciones (endurecimiento de Kennedy de 1962, Ley Torricelli de 1992, y Ley Helms-Burton de 1996) como respuesta a la nacionalización de las empresas estadounidenses al principio de la revolución. Washington, en el mes de abril de 1961, intenta tomar la isla por la fuerza con la invasión de Bahía Cochinos protagonizada por unos cuantos miles de voluntarios cubanos exiliados, la operación resulta ser un fracaso pero sus consecuencias son aún peores para los estadounidenses: Fidel Castro adopta oficialmente el socialismo y la alianza con la Unión Soviética, que tendrá su punto de máxima tensión con la instalación por parte de estos últimos de una serie de misiles nucleares en la isla, que estuvieron cerca de llevar a las dos grandes superpotencias a un enfrentamiento directo, pero que finalmente neutralizaron equitativamente (Moscú retiró sus misiles de Cuba y Washington los suyos de Turquía). Barack Obama, ahora que se termina su mandato, ha manifestado su voluntad de terminar con el embargo pero este depende de la voluntad del Congreso de los Estados Unidos, que en estos momentos tiene mayoría republicana.
Las tonalidades a las que hacía referencia son importantes porque en este enfrentamiento no ha vencido nadie en términos absolutos: el embargo aunque ha provocado penalidades y pobreza en la isla, que se enfatizaron sobre todo con el desmoronamiento de la Unión Soviética y el llamado periodo especial ―siendo uno de los principales motivos del fenómeno de los balseros hacía Florida―, no ha logrado en ningún momento derribar ni erosionar si quiera al régimen. Más bien al contrario, el régimen siempre ha sabido instrumentalizar hábilmente el concepto del enemigo exterior, haya sido este, durante todos estos años, real o imaginario. Pero por otro lado la arcadia socialista, aunque mantiene una cobertura social superior a la del estado del bienestar en muchos países europeos (las comparativas con los países centroamericanos o latinoamericanos son aún más drásticas), ha sido incapaz de autofinanciarse, y finalmente el régimen ha optado por una apertura económica capitalista, recientemente por los trabajadores por cuenta propia, y sobre todo principalmente desde hace años en el sector del turismo, circunstancia que sin dejar de ser beneficiosa para el régimen y el pueblo cubano, ha provocado la incongruencia de exponer la isla como un destino paradisiaco para los extranjeros, mientras que para los autóctonos la vida continuaba con sus estrecheces. Cualquier transición política y económica en Cuba hacía otra cosa los dirigentes cubanos ―y en esto parece que el pueblo cubano mayoritariamente secunda al régimen― no permitirán que sea a cualquier coste y sacrificando los logros de la revolución.
Vale la pena también mencionar que el mapa político latinoamericano que empezó a virar hacia la izquierda en los últimos quince años con la victoria de un lado de Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, y Rafael Correa en Ecuador, y de otro con Lula da Silva en Brasil, Michelle Bachelet en Chile, Enrique Múgica en Uruguay, y Cristina Kirchner en Argentina, y ahora vira hacía la derecha, haciendo peligrar para Cuba el petróleo barato procedente de Venezuela. Sin embargo la realidad americana es tan variada que mientras este cambio se produce a nivel político en las principales jefaturas de estado, se mantiene un proceso de paz con la mediación de la Habana entre el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC: una muestra en cualquier caso de que los conflictos heredados de la Guerra Fría en América empiezan a resolverse.
Nos queda en el tintero, lógicamente, lo que nos diferencia que no es otra cosa que la falta de permisividad para la libertad de expresión y la libertad política de aquellos que no comulgan con la mayoría, aunque esta última secunde del poder: circunstancia a la que ahora hacemos referencia en este artículo sobre Cuba pero que es aplicable en cualquier lugar y la mayoría de las veces pasamos por alto.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 30 Enero 2016.