El camino más corto - por Francesc Sánchez
El pasado 22 de marzo murió Manuel Leguineche. La primera vez que tuve
conocimiento de su existencia fue hace bastantes años por un extenso
reportaje conjunto con Jesús Torbado convertido en libro sobre los
Topos, aquellos que durante la guerra civil y la dictadura se
escondieron durante años en un agujero para salvar sus vidas. Luego cayó
en mis manos el homenaje póstumo al reportero de guerra Miguel Gil
Moreno, una obra coordinada con Gervasio Sánchez, en la que aparecen
multitud de aportaciones tanto sobre el reportero y los conflictos que
cubrió como sobre esta profesión. Pero me faltaba más por eso ante su
fallecimiento decidí coger El camino más corto del que ahora aquí vamos a decir algunas cosas. - seguir leyendo
Sección de Cultura
El camino más corto - por Francesc Sánchez
Tenemos entre manos un relato de un viaje alrededor del mundo en todoterreno en los años sesenta al que Manuel Leguineche se enrola en Madrid sin pensarlo demasiado al lado de unos norteamericanos y un suizo que quieren batir el record de kilómetros por carretera en lo que llaman la Trans World Record Expedition. Empiezan en España, bajan hasta Marruecos, recorren toda la cornisa africana hasta Egipto, atraviesan Oriente Medio hasta llegar a Irán, y de ahí a Afganistán donde el Paso Khyber en el Hindu Kuch les permite llegar a Pakistán y la India. Y así hasta las antípodas españolas. El camino más corto es una historia de carretera que nos recuerda a veces a En el camino de Jack Kerouak pero también recuerda por su buena contextualización histórica y política del momento, con la conflictividad, las guerras, y los cambios políticos a los relatos de Ryzard Kapuscinki. Pero cualquier parecido no es más que una apreciación personal mía que en ningún momento resta originalidad al texto. Manuel Leguineche es al mismo tiempo un buen observador de una realidad cultural que le atraviesa y le empapa.
Me he llevado una grata sorpresa al descubrir como Manuel Leguineche durante su periplo hace continuas referencias a un montón de libros que he tenido ocasión de leer. En Egipto contemplando la Gran Pirámide y la Esfinge recurre a Dioses, Tumbas y Sabios del alemán C. W. Ceram, probablemente la obra que me hizo interesarme hace un montón de años por el mundo de la arqueología, en la que podréis acercaros a todos aquellos aventureros que descubrieron para los demás un pasado enterrado en la arena de los desiertos o escondido detrás de la maleza de las selvas. Menciona Los Siete Pilares de la Sabiduría de Thomas Edward Lawrence para explicarnos de donde viene la realidad política en Oriente Medio tras la rebelión árabe durante Primera Guerra Mundial y el desmembramiento del Imperio Otomano. Cuando llegan a la India menciona en más de una ocasión a Rudyard Kipling, El libro de la selva, y otras historias. Para explicar porque los hindúes no se comen a sus vacas y porque los musulmanes no comen cerdo aunque ambos se mueran de hambre va y recurre a Vacas, cerdos, guerras y brujas: los enigmas de la cultura de del antropólogo Marvin Harris. Pero para mi asombro cuando están frente al Ganges en la ciudad sagrada de Benarés, donde los hindúes acuden a esperar su muerte, recurre a El retorno de los brujos de Louis Pauwels y Jacques Bergier. En su estancia en el conflictivo valle de Cachemira nos hace saber, como estudiaría Andreas Faber Kaiser, que en Srinagar se encuentra para muchos la tumba de Jesucristo, el que no solo no murió en la cruz si no que volvió a Cachemira con su madre y María Magdalena donde tuvo descendencia.
Manuel Leguineche en su viaje asiste a la guerra entre la India y el Pakistán. Se entrevista con Indira Ghandi y con el Dalái Lama. Pasa veinticuatro horas en una hermética Birmania en la que se ha detenido el tiempo. Realiza reportajes cuando puede para enviarlos a Madrid. Trabaja en Tailandia como vendedor de un complemento vitamínico para los chinos. Y asiste a la Guerra del Vietnam como reportero, conflicto en el que los estadounidenses no pusieron ninguna trava a los periodistas, y que colateralmente involucró a todo el Sudeste Asiático. La triste realidad de Camboya retratada por Roland Joffé en el filme Los gritos del silencio se llevará años más tarde a uno de sus compañeros de viaje. El mundo que nos describe Manuel Leguineche es el de la emancipación de nuevos estados de los imperios europeos que se descomponen tras la Segunda Guerra Mundial. El de los Países no Alineados pero no exentos de influencia económica e injerencia política por parte de las dos superpotencias. Por eso asistimos a un continuado cambio de regimenes durante todos estos años. Es en fin, aunque lo veamos de refilón, el mundo de la guerra fría. Para Manu el camino más corto para conocerse a si mismo es dar la vuelta al mundo. El voluminoso libro de Manuel Leguineche se lee sin ningún esfuerzo y no porque sea una simpleza si no porque, al menos a mí, sus páginas me han atraído desde el primer momento. Me sigue faltando leer más de Manuel Leguineche.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 14 Mayo 2014.
Artículo relacionado: Muere Manu Leguineche - Nos ha dejado Ryszard Kapuscinski
Sección de Cultura
El camino más corto - por Francesc Sánchez
Tenemos entre manos un relato de un viaje alrededor del mundo en todoterreno en los años sesenta al que Manuel Leguineche se enrola en Madrid sin pensarlo demasiado al lado de unos norteamericanos y un suizo que quieren batir el record de kilómetros por carretera en lo que llaman la Trans World Record Expedition. Empiezan en España, bajan hasta Marruecos, recorren toda la cornisa africana hasta Egipto, atraviesan Oriente Medio hasta llegar a Irán, y de ahí a Afganistán donde el Paso Khyber en el Hindu Kuch les permite llegar a Pakistán y la India. Y así hasta las antípodas españolas. El camino más corto es una historia de carretera que nos recuerda a veces a En el camino de Jack Kerouak pero también recuerda por su buena contextualización histórica y política del momento, con la conflictividad, las guerras, y los cambios políticos a los relatos de Ryzard Kapuscinki. Pero cualquier parecido no es más que una apreciación personal mía que en ningún momento resta originalidad al texto. Manuel Leguineche es al mismo tiempo un buen observador de una realidad cultural que le atraviesa y le empapa.
Me he llevado una grata sorpresa al descubrir como Manuel Leguineche durante su periplo hace continuas referencias a un montón de libros que he tenido ocasión de leer. En Egipto contemplando la Gran Pirámide y la Esfinge recurre a Dioses, Tumbas y Sabios del alemán C. W. Ceram, probablemente la obra que me hizo interesarme hace un montón de años por el mundo de la arqueología, en la que podréis acercaros a todos aquellos aventureros que descubrieron para los demás un pasado enterrado en la arena de los desiertos o escondido detrás de la maleza de las selvas. Menciona Los Siete Pilares de la Sabiduría de Thomas Edward Lawrence para explicarnos de donde viene la realidad política en Oriente Medio tras la rebelión árabe durante Primera Guerra Mundial y el desmembramiento del Imperio Otomano. Cuando llegan a la India menciona en más de una ocasión a Rudyard Kipling, El libro de la selva, y otras historias. Para explicar porque los hindúes no se comen a sus vacas y porque los musulmanes no comen cerdo aunque ambos se mueran de hambre va y recurre a Vacas, cerdos, guerras y brujas: los enigmas de la cultura de del antropólogo Marvin Harris. Pero para mi asombro cuando están frente al Ganges en la ciudad sagrada de Benarés, donde los hindúes acuden a esperar su muerte, recurre a El retorno de los brujos de Louis Pauwels y Jacques Bergier. En su estancia en el conflictivo valle de Cachemira nos hace saber, como estudiaría Andreas Faber Kaiser, que en Srinagar se encuentra para muchos la tumba de Jesucristo, el que no solo no murió en la cruz si no que volvió a Cachemira con su madre y María Magdalena donde tuvo descendencia.
Manuel Leguineche en su viaje asiste a la guerra entre la India y el Pakistán. Se entrevista con Indira Ghandi y con el Dalái Lama. Pasa veinticuatro horas en una hermética Birmania en la que se ha detenido el tiempo. Realiza reportajes cuando puede para enviarlos a Madrid. Trabaja en Tailandia como vendedor de un complemento vitamínico para los chinos. Y asiste a la Guerra del Vietnam como reportero, conflicto en el que los estadounidenses no pusieron ninguna trava a los periodistas, y que colateralmente involucró a todo el Sudeste Asiático. La triste realidad de Camboya retratada por Roland Joffé en el filme Los gritos del silencio se llevará años más tarde a uno de sus compañeros de viaje. El mundo que nos describe Manuel Leguineche es el de la emancipación de nuevos estados de los imperios europeos que se descomponen tras la Segunda Guerra Mundial. El de los Países no Alineados pero no exentos de influencia económica e injerencia política por parte de las dos superpotencias. Por eso asistimos a un continuado cambio de regimenes durante todos estos años. Es en fin, aunque lo veamos de refilón, el mundo de la guerra fría. Para Manu el camino más corto para conocerse a si mismo es dar la vuelta al mundo. El voluminoso libro de Manuel Leguineche se lee sin ningún esfuerzo y no porque sea una simpleza si no porque, al menos a mí, sus páginas me han atraído desde el primer momento. Me sigue faltando leer más de Manuel Leguineche.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 14 Mayo 2014.
Artículo relacionado: Muere Manu Leguineche - Nos ha dejado Ryszard Kapuscinski